viernes, 28 de diciembre de 2007

Cómo hablar de libros que uno no ha leído

Más de una vez, y a pesar mío, me he visto incluido en acaloradas discusiones filosóficas, literarias --o que eso pretendían ser-- en las que prácticamente se repasa la historia cultural de Occidente. Tuve un profesor de literatura que parecía haber leído todo, lo mismo hablaba de Los de abajo que del Finnegans Wake sin que su exposición decayera en lucidez o seguridad. Conozco, además, a muchos snobs dignos de aparecer en alguna película de Woody Allen. Todos ellos pertenecen (acaso debiera conjugar en la primera persona del plural) a la conspiración de los pretenders que viven en el century of fakers y comparten una cualidad(?) que les permite hablar de libros que nunca han leído. Al pensar en ellos he recordado uno de mis libros favoritos del año: Comment parle des livres que l'on n'a pas lus? En él, no sin ironía, Pierre Bayard brinda --casi diría que un manual para el snob--una serie de elementos para salir a flote en el mar de la cultura. Qué pretenciosa me quedó la frase.

Hablar de libros no leídos no es cosa fácil, tiene bastantes complicaciones, puede decirse que es un arte menor. Y es que, ya se sabe, hay muchas maneras de leer un libro, pero hay aún más, muchas más, de no leerlo y aparentar haberlo hecho, dominar algunas de ellas parece ser el propósito de Bayard. Él mismo ha admitido haber dado cátedra sobre libros que no conoce y salir airoso de esas situaciones. No hace falta mucho más que conocer un poco, pero que muy poco, al autor del libro del que se quiera hablar; ponerse al tanto de sus líneas temáticas y, quizá, aunque eso ya cae en el abuso, saber lo que el autor opina de su propia obra. Con esos elementos y un poco de imaginación es suficiente para, por ejemplo, entrar a la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras y tener una conversación amena con quien se siente en tu mesa, quien muy seguramente será un interlocutor a la altura de las circunstancias y hablará, a su vez, de libros jamás leídos.

De lo que se trata es, dice Bayard, no de leer libros sino de entender el lugar que ocupan --vuelvo a esa petulante imagen-- en el mar de la cultura. Ésta es, a todas luces, una visión obtusa de la lectura; es aquí donde entra uno de los temas centrales de las políticas culturales: ¿por qué leer? Si se entiende a la lectura casi como un deber social, y así parece entenderse en Bayard, está muy bien su libro; si se lee sin ninguna pretención, cómo decirlo, porque sí, el de Bayard no resulta muy útil, aunque sí divertido, todo hay que decirlo.

En todo caso, si he entendido bien, esta nota le agradaría a Bayard. Quién sabe, puede ser que esté hablando de un libro que no he leído.


domingo, 23 de diciembre de 2007

Apropiación

Alguien me ha dicho que este blog es un fracaso, yo mismo lo creo. Por otra parte, todos mis blogs lo son, pero esa es harina de otro costal. Estoy escribiendo estas líneas porque quiero hacer de este fracaso un fracaso con contenido: como nadie más lo está haciendo, me dispongo a ser el que haga las letras mientras los otros hacedores permanecen del lado de la sombra, ése, por cierto, es un buen libro de Bioy Casares. Vine a apropiarme de él; muy cortazarianamente haré de esto un blog tomado por la presencia incierta de mis palabras insulsas. Una casa tomada donde morarán no sé qué clase de cosas porque, como se ve, no tengo la menor idea sobre qué escribir. En fin, una casa para siempre.

Me parece que este blog no tiene sino uno que otro lector despistado e infrecuente, así que nadie, o casi nadie, notará este allanamiento. De cualquier forma me veo en la necesidad --moral, aparentemente-- de darle una justificación a lo que escribo, de darle cierta pertinencia... Entonces estas notas versarán, de una u otra manera, sobre crítica y ficción, que fue para lo que este espacio se creó originalmente, aunque parecía que en Hágase la letra la letra nunca se iba a hacer. Aunque escribir también es no hablar. Es callarse. Y lo demás es silencio. Pero el silencio tiene ecos: ¿bastará por ahora con los ecos que dejé de Bioy, Vila-Matas, Cortázar, Marguerite Duras, Clément Cadou, Walser y Kafka?