domingo, 21 de junio de 2009

Causa desconcierto haber logrado
abrir una ventana después de siglos
de encierro y no encontrar más que
un profundo abismo.

lunes, 2 de marzo de 2009

Mario Vargas Llosa

http://www.letraslibres.com/index.php?art=13553

viernes, 26 de septiembre de 2008

Una lectura mal hecha de "una lectura bien hecha"

Hace poco cayeron en mis manos un par de ensayos de George Steiner, uno de ellos ("Una lectura bien hecha") me hizo volver sobre un lugar común en mis escasos pensamientos, la sensación estúpida y egoísta que me dejan los libros de estar diciéndome algo a mí. A mí. La intuición estúpida, aunque no egoísta, de que todos los lectores han llegado a sentir eso.

Me muerdo la lengua, más bien me muerdo los dedos al escribir que, bajo esa óptica, todo libro está dirigido a su lector. O mejor: un libro es muchos libros, pues cada lector lee en él la historia que le estaba aguardando, que quería contarse. O peor: no sé leer; soy un mal lector imponiendo mi visión del mundo a la del autor: la tiranía del lector.

No soy tan radical ni tan imbécil como para creer en la literalidad de las palabras, en su transparencia. Por supuesto, tampoco en las que acabo de escribir, en las que voy a escribir.



Un texto tiene tantas lecturas —léase interpretaciones— como lectores. Esto es porque el acto de la lectura supone el encuentro entre un texto y un contexto individual, lo que implica que no hay lecturas totales que agoten la obra. Lo que hace Steiner es poner a la lectura en una situación límite, me cuesta trabajo imaginar una divergencia más radical que la que produjo la lectura de El mundo como voluntad y representación en Thomas Mann y en Hitler. Aquí, el libro simboliza una puerta que lo mismo puede abrirse en la habitación del humanismo que en la de la atrocidad, conducirnos a un palacio o a un abismo; puestos en esta disyuntiva, preguntarse si una lectura es mejor que otra resulta pertinente y hasta sano, aún sabiendo que la respuesta ha de ser un rotundo ‘no’: toda lectura es a un tiempo buena y mala, falsa y verdadera.

La lectura implica poner en juego la existencia del lector, hacer pasar el libro por el filtro de la propia vida o, para acudir al lugar común, leerlo bajo la óptica de un cristal particular. Sólo hay falsas lecturas porque toda interpretación deviene “ficción semántica”, “juego de textualidades internas”.

Pero no seamos tan radicales, parece decir Steiner al preguntarse por las modalidades prácticas del compromiso entre “el yo” y “un libro”. Habría que empezar por el léxico, escuchar el eco del pasado en cada palabra; “amar la literatura es ser amante de léxicos. Y de gramáticas. La sintaxis es la nervadura del sentido”. Memorizar; leer palabra por palabra y leer entre líneas, releer, ya que “toda lectura bien hecha sigue siendo provisional y tangencial”.

Leer con sentido, sin dejar del lado el sentido común; en esta posibilidad de brindarle sentido a la obra comienza la crítica de Steiner a la posmodernidad y, en especial, al deconstruccionismo como privador de sentido. Apostar por construir un sentido es apostar por la inteligibilidad (ahí es donde yace la dignidad del hombre), querer entender es querer ser libre. Si un buen escritor está enfermo de literatura, un buen lector está enfermo de esperanza.

sábado, 5 de abril de 2008

Tardes tristes, tristes tardes

Teresa tiene treinta. Tiene toz. Tiene traumas. Todo trastoca, todo tenza. Termina triste; tristea Teresa. Teresa: triste ternura tuya, toda tupida, toda tocada, toda tú. Tristes tiempos tiñieron tantas tardes. Tardes tristes, tristes tiempos. Tímida tú: tú, tú, tocaste torpemente teniendo tentaciónes tan tremendas. Temblaste. Tocaste. Transpiraste. Te tocaron también, tacto tibio, tañiste tercamente: tan! tan! tan!. Tiritaste, trémula. Terminó toda tristeza. Tú toda ternura. Toda tú, toda, tintineas taciturna: tienes tacto tatuado. Terminas....

domingo, 9 de marzo de 2008

Cadáverexquisito

Queso con crema y un toque de anís, ¡ay mi amor no me encuentro feliz! Aburrido pero feliz a fin de cuentas mientras escucho la lluvia que cae tras la ventana y levanta un olor a tierra húmeda que me recuerda los días de agosto en que te fuiste y me dejaste solo... Ese mes sigue siendo el mismo, una y otra vez, tiempo infinito que me muele, que me regodea dentro y se escapa con el mio corazón. Palabra muda que nada dice y todo evoca con su boca escarlata. Rojo vivo, innegable, testimonio ruidoso del pasado prohibido, imposible de repetir, y es que tu santísima madre... pues la mía ni tanto aunque quería ser monja. El papa le dijo: llora cobarde, que el temblor ahogue tu garganta, que el diablo te pique los pies. Pero sigue andando, corre hacia atrás por el camino de tus recuerdos, esos que poco a poco voy perdiendo como te perdí a ti. Y te juro que eso no se va a repetir, esta vez no me voy a dejar, importa más que lo que hubiera hecho si ese día no existiera, pero se le pasó la cruda y bueno, inevitablemente recordó la conquista, el cotorreo y la buena onda que destilaba el pachuco de oro y la chica que habla de él mientras lo veo en una pantalla. Con ella pretendí inútilmente ocultar la realidad mis huevos! ¡Ya estoy cansado de pensar en ella y de escribir estas mamadas! ¡Adiós!

sábado, 23 de febrero de 2008

Una noche

Siendo de carrera larga, terminamos la velada cuando comenzaba a clarear. Creíamos ir hacia el fin de la noche y terminamos hacia la mañana. Y así, antes de peregrinar, pensamientos peregrinos quedaron plasmados una noche...

Mañaneando hacia la mañana
entre trago y trago las palabras fluían
que por nada dejaba, siendo monarca desearía
ella reía, reía, reía, desbordando cerveza y
lunalañando la palma de la mano
dormir, quizá soñar
voló entonces en ella
todos somos normales
excepto cuando enamorado
y así, se va acercando el final
por supuesto, nada sabía de sí

A lo lejos alguien canta

A lo lejos queda el recuerdo cercano de la noche de muerte sin fin que el alcohol diluyó. A lo lejos alguien canta, a lo cerca las copas tristes se amontonaban vacías y el bolígrafo iba de mano en mano por la larga mesa de las conversaciones nostálgicas, felices, trágicas, superficiales y sordas mientras se iba configurando el cuerpo del crimen: el cadáver.


José Ramón
era un hombre
que pretendía suplantar su forma
de exprimirle el jugo a las
comillas en los puntos. ¡Válgame
Dios, que todo lo sabe!
Entonces fue que llegó el día
en que cruzó los mares que de ensueño,
en un barco bananero
Johnny Walker caminaba
por el jardín de senderos que se bifurcan,
cuando demostró que podía cumplir con su mandato y...
murió.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Cómo hablar de libros que uno no ha leído

Más de una vez, y a pesar mío, me he visto incluido en acaloradas discusiones filosóficas, literarias --o que eso pretendían ser-- en las que prácticamente se repasa la historia cultural de Occidente. Tuve un profesor de literatura que parecía haber leído todo, lo mismo hablaba de Los de abajo que del Finnegans Wake sin que su exposición decayera en lucidez o seguridad. Conozco, además, a muchos snobs dignos de aparecer en alguna película de Woody Allen. Todos ellos pertenecen (acaso debiera conjugar en la primera persona del plural) a la conspiración de los pretenders que viven en el century of fakers y comparten una cualidad(?) que les permite hablar de libros que nunca han leído. Al pensar en ellos he recordado uno de mis libros favoritos del año: Comment parle des livres que l'on n'a pas lus? En él, no sin ironía, Pierre Bayard brinda --casi diría que un manual para el snob--una serie de elementos para salir a flote en el mar de la cultura. Qué pretenciosa me quedó la frase.

Hablar de libros no leídos no es cosa fácil, tiene bastantes complicaciones, puede decirse que es un arte menor. Y es que, ya se sabe, hay muchas maneras de leer un libro, pero hay aún más, muchas más, de no leerlo y aparentar haberlo hecho, dominar algunas de ellas parece ser el propósito de Bayard. Él mismo ha admitido haber dado cátedra sobre libros que no conoce y salir airoso de esas situaciones. No hace falta mucho más que conocer un poco, pero que muy poco, al autor del libro del que se quiera hablar; ponerse al tanto de sus líneas temáticas y, quizá, aunque eso ya cae en el abuso, saber lo que el autor opina de su propia obra. Con esos elementos y un poco de imaginación es suficiente para, por ejemplo, entrar a la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras y tener una conversación amena con quien se siente en tu mesa, quien muy seguramente será un interlocutor a la altura de las circunstancias y hablará, a su vez, de libros jamás leídos.

De lo que se trata es, dice Bayard, no de leer libros sino de entender el lugar que ocupan --vuelvo a esa petulante imagen-- en el mar de la cultura. Ésta es, a todas luces, una visión obtusa de la lectura; es aquí donde entra uno de los temas centrales de las políticas culturales: ¿por qué leer? Si se entiende a la lectura casi como un deber social, y así parece entenderse en Bayard, está muy bien su libro; si se lee sin ninguna pretención, cómo decirlo, porque sí, el de Bayard no resulta muy útil, aunque sí divertido, todo hay que decirlo.

En todo caso, si he entendido bien, esta nota le agradaría a Bayard. Quién sabe, puede ser que esté hablando de un libro que no he leído.


domingo, 23 de diciembre de 2007

Apropiación

Alguien me ha dicho que este blog es un fracaso, yo mismo lo creo. Por otra parte, todos mis blogs lo son, pero esa es harina de otro costal. Estoy escribiendo estas líneas porque quiero hacer de este fracaso un fracaso con contenido: como nadie más lo está haciendo, me dispongo a ser el que haga las letras mientras los otros hacedores permanecen del lado de la sombra, ése, por cierto, es un buen libro de Bioy Casares. Vine a apropiarme de él; muy cortazarianamente haré de esto un blog tomado por la presencia incierta de mis palabras insulsas. Una casa tomada donde morarán no sé qué clase de cosas porque, como se ve, no tengo la menor idea sobre qué escribir. En fin, una casa para siempre.

Me parece que este blog no tiene sino uno que otro lector despistado e infrecuente, así que nadie, o casi nadie, notará este allanamiento. De cualquier forma me veo en la necesidad --moral, aparentemente-- de darle una justificación a lo que escribo, de darle cierta pertinencia... Entonces estas notas versarán, de una u otra manera, sobre crítica y ficción, que fue para lo que este espacio se creó originalmente, aunque parecía que en Hágase la letra la letra nunca se iba a hacer. Aunque escribir también es no hablar. Es callarse. Y lo demás es silencio. Pero el silencio tiene ecos: ¿bastará por ahora con los ecos que dejé de Bioy, Vila-Matas, Cortázar, Marguerite Duras, Clément Cadou, Walser y Kafka?

lunes, 12 de noviembre de 2007

La vida de un extranjero sin compañía en la orilla del mundo

Sí, podría empezar así, aquí, de un modo un poco pesado y lento, en ese lugar neutro que es de todos y de nadie, donde se cruza la gente casi sin verse, donde resuena lejana y regular la vida de la casa. En la calle, a causa de mi fatiga y también porque no habíamos subido las persianas, sentí bruscamente el día, ya a pleno sol, como una bofetada. Todo cambia frente a mí y, a pesar de todo, yo sigo así, siempre el mismo. Vivo como un explorador, cuánto más avanzo en la búsqueda del centro del laberinto, más me alejo de él. Dentro de poco dormiré y, al despertar, habré pasado a formar parte de un mundo nuevo.
_________________
Georges Perec, La vida instrucciones de uso
Albert Camus, El extranjero
Fiodor Dostoyevski, Los hermanos Karamazov
Enrique Vila-Matas, Bartleby y compañía
Haruki Murakami, Kafka en la orilla

El insportable proceso de cien años de muerte

Alguien debió haber calumniado a Joseph K. puesto que sin haber hecho nada malo, fueron a arrestarlo una mañana. Aureliano lo acompañó. Decía en todas partes en voz alta lo que pensaba y la policía comunista, estupefacta ante sus desorbitadas afirmaciones lo detuvo, lo condenó y lo encarceló. Ese día, Lily Briscoe lo vio adentrarse en la extraña tierra de nadie donde era imposible seguir a la gente, incluso cuando su proceder provoca tales escalofríos en aquellos que los observan que siempre tratan de seguirlos al menos con los ojos, como se sigue a un barco que se aleja hasta que sus velas se hunden por detrás del horizonte. Nunca volvió a verlo. Lloró algunas horas inconsolablemente, y prometió no hacerlo más. Para sí, sólo podía pensar: Tú… mueres… has muerto… moriré.
_____________
Franz Kafka, El proceso
Milan Kundera, La insportable levedad del ser
Virginia Woolf, Al faro
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
Carlos Fuentes, La muerte de Artemio Cruz

En sus marcas, listos... fuera!!

Me ahorraré las palabas de bienvenida e iré directo al grano.
Este es el plan:

1. Agarrá 5 libros.
2. Libro #1 -- primera oración del libro.
3. Libro #2 -- última oración de la página 50.
4. Libro #3 -- segunda oración de la página 100.
5. Libro #4 -- anteúltima oración de la página 150.
6. Libro #5 -- última oración del libro.
7. Hacé un párrafo con las 5 oraciones.
8. Sentite libre de hacer un poco de trampa para que el párrafo quede mejor.
9. Citá tus fuentes.
10. Postealo en tu blog.

Nota al pie:
Las instrucciones están en argenitino porque las saqué del maravilloso blog de Flor, que algún día, cuando me sienta lista para compartirlo (lo sé, soy egoista) lo haré. Mientras tanto me dedico a disfrutarlo yo solita, lo siento.